Pequeña.

-¿En dónde estoy?
Fue la primera pregunta que me vino a la cabeza cuando me desperté. No reconocía el lugar, todo para mí era tan extraño.
Estaba en una casa desconocida, había un enorme sopor en la habitación en la que me encontraba.
Comencé a tratar de recordar que había hecho la noche pasada, todo en vano, no lograba recordarlo, estaba totalmente en blanco.
Me puse algo nerviosa, no he de negarlo, sin embargo me resolví a investigar que había pasado, que había hecho, y porqué estaba en donde estaba y sola, que era lo que más me sorprendía de la situación.
Comencé a examinar mi cuerpo en busca de moretones o alguna señal de violencia que hubiese recaído sobre mi cuerpo, nada, no encontré nada.
También pude observar que estaba completamente vestida, sólo que, me sentía extrañamente ligera, pensé que sería efecto de drogas, ya que yo era adicta a ellas, así que no me extrañó. Sin embargo, algo me dijo que no era ningún tipo de droga el que había causado esa rara sensación.
Observé la habitación, era algo pequeña, casi sin muebles, sólo una cama en un rincón y un escritorio al lado de ésta.
Había una ventana con pesadas cortinas, las cuales, apenas y dejaban entrar la luz. Me acerqué a la ventana y abrí la cortina, no había mucha luz fuera.
-Que raro, pensé.
En ese instante perdí noción de tiempo, no sabía qué hora era, no sabía si apenas iba amaneciendo, o ya estaba anocheciendo.
En un acto de inercia, alcé mi mano izquierda para tratar de ver mi reloj, para mi sorpresa, no lo llevaba.
El que no estuviera mi reloj no me dio buena espina, no sabía qué hacer, ni que pensar, ni cómo reaccionar, me estaba asustando demasiado.
Fue cuando me percaté que un extraño olor inundaba la habitación, intenté abrir la ventana, pero estaba atascada.
Eso me nervió más de lo que ya estaba, comenzaba a desesperarme.
Me acerqué a la cama, sólo tenía una colcha, nada de sábanas ni cobijas, mucho menos de almohadas.
Me di cuenta que el colchón ya era viejo y que la base de la cama, que era de fierro, estaba muy oxidada, además de que presentaba signos de desgaste.
Volteé hacia el escritorio, era color madera, de un estilo un poco antiguo, sin embargo, me llamó la atención que estaba en mejores condiciones que la cama siendo que, el escritorio parecía tener más años de antigüedad.
Hurgué un poco en él, unos cuantos libros roídos y faltantes de páginas, hojas ennegrecidas por el polvo y corroídas por el tiempo.
Abrí uno de los cajones, estaba vacío.
Cuando iba a abrir el otro cajón, mi mirada recorrió el escritorio y se encontró con una mancha rojiza, que parecía pintura, se veía que la mancha era relativamente nueva, comparado con todo lo que había en la habitación.
La toqué y me di cuenta que estaba fresca, olí mi dedo para ver que era ya que pensaba que era pintura y quería comprobar que lo fuera. Sin embargo, resultó que no era pintura, sino que parecía más bien sangre.
Me sobresalté cuando la idea de que fuera sangre cruzó mi cabeza, y di dos pasos hacia atrás. Atribuyéndole ese momento a mi mente atribulada por el encierro y el nerviosismo que estaba viviendo.
Me acerqué a la puerta y la abrí.
Cuando salí de la habitación tuve que contener un poco la respiración ya que había un hedor insoportable en la casa.
Se sentía una atmósfera un poco desagradable, mi conciencia, la poca que me quedaba, me decía que había algo que no estaba bien, sin embargo, no le hice caso y la ignoré.
Todo se veía tan empolvado, como si nadie viviese ahí, o como si la casa estuviese abandonada.
Se me hizo raro que no había señales de movimiento, además de que no había encontrado a alguien, todavía.
Tampoco se veían señales de que hubiera habido algún tipo de reunión, o algo por el estilo.
Eso me perturbó y pensé que estaba soñando, e incluso pensé que ya me había vuelto loca.
Yo ya no sabía qué hacer, un miedo irracional me paralizó, no me podía mover, quería gritar y correr, sin embargo no podía.
Volteé hacia la pared izquierda y vi algo que no me agradó, manchas de ¿pintura roja?...
Me acerqué y descubrí que no eran manchas de pintura, sino de sangre.
Se me heló el corazón...
Algo me dijo que me dirigiera a la cocina, así lo hice.
Lo que mis ojos vieron fue un espectáculo macabro...
5 cuerpos sin vida, tendidos en el suelo, decapitados todos, sin entrañas...se las habían quitado.
Quise gritar y no pude, de mi garganta no salió sonido alguno.
Oí que algo se movió a mi derecha, volteé en el instante y, oculta entre las sombras se encontraba una persona pequeña, que estaba agazapada sobre lo que parecía, un cuerpo ya sin vida.
Un impulso me obligó a acercarme, la personita le tapaba la cabeza al cuerpo, parecía que no me escuchaba...
Cuando estuve lo suficientemente cerca descubrí una escena perturbante y mórbida...
Comprendí todo en ese instante...
Era mi casa...
Los cuerpos tirados en la cocina eran mis familiares...
Ese último cadáver era yo...
Y la persona que devoraba mis entrañas, era mi hermana...