¿Alguna vez has pensado en qué siente la lluvia al caer? ¿Le dolerá pegarse con las ventanas, el suelo, tu cuerpo? Estoy segura que jamás lo has pensado. ¿Le gustará a la lluvia que, cuando llega, toda la gente corre, se esconde, huye, se enoja? Pobre lluvia, tiene sentimientos; llora y se enoja cuando la gente huye de ella, como si no fuera bienvenida, como si fuera un malestar.
¿Tiene la lluvia alguna opción de huir, protegerse, antes de chocar contra cualquier superficie? Pienso que somos insensibles para con ella; le vemos el lado negativo: Que si tu peinado se arruina, el maquillaje te lo estropea, empapa tu bien planchado y cuidado, por no mencionar caro, atuendo; no sabemos apreciar las cosas buenas que tiene: La felicidad que lleva a un pueblo sumido en desesperanza a causa de la sequía, la alegría que experimentan los árboles, flores, animales, al sentirse rociados por ella. Las penas que desvanece, los momentos románticamente espontáneos que experimentan un par de adolescentes enamorados en el bosque de su ciudad. ¿Creen que la lluvia se enoja y busca su venganza? Sí, yo digo que sí, es por eso que inunda ciudades, despoja de bienes... Sin embargo, es buena y tarde o temprano lo recompensa. Así que, ponte a pensar en sus sentimientos la próxima vez que te visite y no huyas de ella, al contrario, disfrútala y siente como puede enjugar tus lágrimas y sanar tus penas. O sigue siendo el mismo insensible, del cual, algún día, ella se vengará.