De lluvia, estrellas y lágrimas.

Y desperté.

Estaba flotando entre las nubes, sintiendo sus suaves roces "algodonáceos"; disfrutando de los placeres que mi sueño me brindaba.

 Un arroyo que nacía del seno de una imponente montaña, el cual me brindaba la melodía más bella que jamás podrán imaginarse; una espiral musical tan perfecta como ella en sí.

Recostada sobre el césped, sentía la suave brisa acariciar mi rostro y extremidades; jugueteaba con mi cabello divertidamente. Mis rizos iban y venían al compás que el viento marcaba.

Cuando de pronto, empezó a llover, as gotas se perdían en el contorno de mi cuerpo, se fundían con mis lágrimas. Tal parecía que estaba llorando lluvia.

Retorciéndome sobre el lodo, recordé que una noche antes no había bebido de los jugos de la Luna; que el Sol se había enfadado conmigo por no dejarlo descansar. Recordé que las estrellas habían clamado por mí y que yo simplemente había hecho caso omiso.

Ahora, la lluvia tomaba venganza. Me desgarraba por dentro para seguir humedeciendo, sentía como las gotas se iban formando y salían por mis ojos, llevándome poco a poco.

Mi cuerpo se convertía en lluvia doliente.