No sé si fueron sus ojos que miran con intensidad, deseo y pasión o si fue su voz.
No sé por qué no logro sacar su imagen de mi cabeza y sus cálidas manos de mi cuerpo, no tengo idea de por qué me encuentro escribiendo sobre él.
Amo verlo hacer lo que ama, me fascina verlo reir, verlo estar fuera de sí. Sus labios recorriendo mi piel.
Sólo con él, que habita en mis libros y sábados en la noche.
Sólo con él, que en algún punto perdido en el tiempo, jamás existió. Algún día aquel que lea esto y se identifique, sabrá que es el amor de mi vida. Mientras tanto, el espacio vacío en mi cama sigue aguardando por un recuerdo irreal y sustancial. Una fantasía intelectual y musical. Mi almohada sigue esperando por su cabeza sobre ella, y mis ansias de ser mujer se repliegan.
Y así como él sólo vive en mis recuerdos y mis sábados en la noche, muere en todas las demás horas que tiene mi vida.
Así como él sólo fue un sueño que se tornó en pesadilla, y cuando desperté todo era normal y él seguía sin existir.
Pero, ¿Qué pasa si un día él despierta y nota que siempre ha existido y no sabe nada sobre mí? Mi espejo empañado seguirá esperando por sus dedos escribiendo sobre él.